La bebida, el baile y el canto eran inseparables en sus cahuines o reuniones familiares, de las faenas agrícolas, las bodas, los entierros, la construcción de una casa y sus juntas de índole religiosa o militar.
La borrachera no era un vicio entre los mapuches. Formaba parte de su concepto moral de la vida, de sus costumbres tradicionales y de sus ritos religiosos. Mas, en el correr de los siglos, se incorporó con tal energía en su organismo, que se convirtió en una verdadera necesidad fisiológica. Es uno de los grandes renglones del aporte de la sábana aborigen a la formación del mestizo.
- Las mujeres cumplían un rol muy importante en la cultura mapuche, pues, ellas eran las encargadas de realizar las labores domésticas, cuidar a los niños y el ganado, tejer en sus escasos ratos libres, hacer cántaros, hacer huerta, en fin un montòn de actividades.
- Los números 4 y 6 son sagrados para los mapuches, el número 4 representa el equilibrio.
- Los mapuches son respetuosos con la naturaleza, si necesitan alguna hierba medicinal o un tronco para elaborar algo piden permiso primero antes de cortarlo.
- Los mapuches son muy celosos con sus tradiciones no permiten que les tomen fotos en sus celebraciones o rituales. Las personas antiguas no dejan que les tomen fotos pues dicen que les pueden robar el alma.
-La de mayor relevancia es el Ngüllatün (ngülla quiere decir rogar y tün acción), cuya duración es de tres días y se hace una vez al año. Es la acción mediante la cual se le ruega a Nguenechén, el amo de la gente, Dios representado en el sol, que es dual: hombre y mujer. Es el momento del contacto con Dios.
- Lo que se le pide es protección, ayuda, y que regule el clima, del cual dependen los cultivos, animales y su existencia misma. Además es el momento para agradecer: para ello los mapuches llevan ofrendas (los mejores animales), que serán sacrificadas y quemadas al finalizar la reunión.
Un requisito indispensable es que haya luna llena, ya que la luna está relacionada a la fertilidad. La fecha y lo que se va a pedir lo deciden los lonkos, quienes designan también, al que será el encargado de dirigirlo, cuyo cargo es vitalicio.
- Las ceremonias funerarias de los araucanos eran un reflejo de sus concepciones religiosas: el culto de los antepasados y la creencia de que los dobles o ánimas eran indestructibles y continuaban en la vida futura experimentando las mismas necesidades y gustos que tuvieron en la presente. Han variado en los detalles con la introducción de objetos de fabricación europea, pero han persistido en el fondo.
- El ataúd consistía primitivamente en dos canoas que se superponían. Hasta la llegada de los españoles los araucanos no cavaban fosas; colocaban los ataúdes entre dos árboles. Cuando el difunto era algún cacique rico o algún guerrero afamado, solían colocar sobre la tumba su caballo muerto, inclusive el cabestro, para que cabalgara en él y pudiera atarlo en su nueva residencia. Primitivamente, se enterraban con el cadáver de la mujer sus joyas; pero más tarde una ceremonia simbólica reemplazó al entierro efectivo: se acercaban las joyas al cuerpo y se derramaba chicha sobre ellas.
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